Columna de opinión.
Enviado a Cápsulas de la Memoria como medio de comunicación alternativo y cultural de Soacha a quién agradecemos el espacio para comunicar nuestro sentir.
Desde hace años, quienes hacemos parte del sector cultural en nuestra ciudad hemos trabajado incansablemente para construir un camino conjunto entre ciudadanía y administración. No ha sido fácil. Cada logro ha implicado debates, propuestas, votaciones, renuncias y consensos. Pero el principio siempre ha sido claro: la cultura se construye desde la participación, y lo acordado con la comunidad debe cumplirse.
El Consejo Municipal de Cultura no es un adorno institucional. Es el resultado de un mandato legal y democrático. Allí no están «delegados de oficina», están representantes elegidos por el sector: jóvenes, artistas, líderes, gestores, comunidades indígenas, mujeres, gente que vive y respira cultura. Gente que entiende que sin participación real, los derechos culturales se vuelven letra muerta.
Por eso nos preocupa —y duele— ver cómo en el último año se han tomado decisiones unilaterales desde la administración municipal. Se han desconocido acuerdos construidos colectivamente, disfrazando la imposición como “gestión”. Aunque el Consejo ha mantenido la ruta del diálogo, es evidente que el respeto por los mecanismos de concertación ha sido relegado en varios momentos.
En 2024, se anunciaron recursos importantes para el sector: más de 1.700 millones de pesos entre estímulos y agenda cultural. Sin embargo, el uso de un operador externo para el manejo de pagos representó una pérdida de más de 140 millones en impuestos. Hoy celebramos que en 2025 se haya corregido ese error, pero sigue habiendo cuentas sin cuadrar: ¿Dónde están los recursos faltantes? ¿Por qué la administración habla de solo 1.200 millones?
La diferencia no es menor. Y el silencio tampoco.
Tampoco es menor la inquietud por decisiones que priorizan eventos sin representación ni respaldo del sector, como el llamado “Festival Gospel”. Que quede claro: no hay vetos a ninguna expresión cultural, pero sí debe haber criterios. Y este evento no fue incluido en el Plan Decenal porque no cumplía con ellos. ¿Entonces por qué se insiste en respaldarlo por fuera de lo concertado? ¿Por qué se desconoce la voz de quienes sí hacen parte del ecosistema cultural?
A quienes toman decisiones desde un escritorio les decimos: la cultura no es una vitrina de eventos. Es un tejido vivo, crítico, diverso. No es una herramienta para la vanidad institucional. Es una apuesta colectiva por el territorio, por la paz, por la memoria, por la vida misma.
Los logros de 2024 no fueron producto de improvisación. Fueron el resultado de una comunidad que se organizó, debatió y gestionó. El 97% de ejecución presupuestal no es un número vacío: es un acto de responsabilidad colectiva. Y eso no se puede borrar ni reemplazar por decisiones coyunturales o antojos del poder.
Invitamos a todas las personas y organizaciones culturales a no soltar el proceso. El próximo 6 de junio se realizará un Consejo Ordinario. Allí se presentará el informe de estímulos 2024 y se escucharán las reclamaciones que lleguen al Consejo Cultural. Si tienes algo que decir, este es el momento.
Preguntas quedan en el viento, ¿Los estímulos para cuándo, de qué manera se distribuye el presupuesto este año?, el sector cultural quiere respuestas claras y no pañitos de agua con discursos en controles políticos o redes sociales.
Porque la cultura no tiene dueño, ni partido político, ni color. Pero sí tiene historia, dignidad y comunidad. Y lo que se construyó entre todos, se defiende entre todos.