Columna de opinion: Apología ambiental.
Apología Ambiental
Es bien sabido que, en tanto seres humanos creados por un ser sobrenatural en un maravilloso planeta llamado Tierra, somos también copartícipes de las bondades, frutos y beneficios de este, al tiempo nos hemos convertido en los directos responsables del cuidado de su esencia, su vida y su “terrenalidad”, pues, hoy por hoy, hay demasiada inconsciencia en la comunidad que rodea el entorno del medio ambiente inmerso dentro del hábitat que sugiere cambios constantes en el clima, el terreno, la naturaleza y el oxigeno mismo, pero no para su beneficio propio, sino para su destrucción misma y de una irónica manera descarada que importaculiza la destrucción de la vida en todo su esplendor cuando se está buscando un pronto beneficio capitalista a costa de la destrucción de la vida de la naturaleza, misma que conlleva en su esencial la vida terrenal, animal y también humana.
Aun estamos a tiempo para salvar a nuestro planeta Tierra de las garras del capitalismo que promueve la destrucción del oxígeno, es decir, que precariza las condiciones de vida digna para nuestras plantas, animales y, por ende, deteriora la dignificación de la vida del Ser Humano en el territorio que se le asignó para vivir y del cual es parte biológica, antropológica, bio-psico-socio-cultural, espiritual y emocional.
Más allá de defender una planta por el simple hecho de estar de moda el tema de la ecología, nos es menester replantearnos nuestro lugar en el mundo, un mundo que nos es prestado, del cual somos parte, pues, como mencionan bien los Escritos Sagrados, somos hechura e imagen viva del Eterno Creador, y por ello debemos vivir dignamente y procurar el bienestar de todo ser vivo que nos rodea, incluyendo seres humanos, animales, plantas, bosques, ríos, mares y el oxígeno mismo.
Por tanto, me permito compartir un pedacito de la esencia poética con cada habitante de este maravilloso mundo, comenzando por nuestros amados ciudadanos suachunos, cundinamarqueces y colombianos, incluyendo también a nuestros innegables hermanos en los demás países de todos los continentes del mundo, pues, somos todos hermanos de una misma raza, la “raza humana” y es un poema que honra la memoria de aquellas víctimas de la guerra capitalista, esa guerra que jamás han podido pelear y que, por filantropía patriota hemos decidido alzar la voz en favor del indefenso, no solo de los niños que han muerto masacrados antes de nacer, sino de los árboles, ríos y animales que mueren sin que nos incomode en tanto que solemos creer que no nos afecta directamente la contaminación del planeta pero que sí va llegando una lenta muerte colectiva a causa de hacer caso omiso a este tipo de arbitrariedades.
Sin más, les dejo para que disfruten, como es natural, un poema inédito de mi propia autoría y que pueden encontrarlo en el libro “Pánico a Medianoche” publicado en más de cincuenta países por “Gold Editorial”, y compartirlo en audio si lo prefieren en las plataformas de Anchor y Spotify.
Anchor:
https://anchor.fm/harold-core/episodes/Dedicatoria-a-mi-amigo-Frondoso–el-rbol-e1kiq9b
Spotify:
https://open.spotify.com/episode/5UaJxdMGxTVvU64hbMv6DS?si=llJe1v7IRf-k5oQM0xUACg
Dedicatoria a mi amigo “Frondoso”, el Árbol
La tierra que te vio germinar
Desde la simiente de la naturaleza,
Aquella que te concibió desde que eras
Apenas una semillita inocente,
Ingenua y llenita de amor;
Sí, de amor, por las demás criaturas del bosque.
Esa tierra que te vio sembrado
Y que te complementó con la lluvia,
Cómplices ambos, junto con el radiante sol,
De tu crecimiento, tu florecimiento
Y de la expansión de tu tierno tallo.
Tallo que luego fue tronco;
Tronco que vio crecer tus ramas;
Ramas que engendraron hojas;
Hojas que alimentaron aves, bestias,
Pero también dieron sombra al desvalido.
Ahora, esa tierra te ha puesto como protector
De las almas que a ti vienen a refugiarse;
Esas almas que, fatigadas por el sol
Se esconden bajo la sombra de tus alas.
Sí, de esas hermosas y resplandecientes alas;
Verdes alas llenas de frescura, consuelo y paz.
Alas que dan sombra, pero una sombra única,
Uno sombra que no obscurece el pensamiento,
Pues es una sombra que alegra el corazón.
No eres un águila, pero desde tu copa
Puede vislumbrarse el mundo entero y todo su esplendor.
No eres ave, pero tan majestuosas tus alas son,
Que cubres a toda criatura vulnerable
Bajo la sombra de las impermeables hojas de tus manos.
Te queda mucha vida por delante,
Eres todo un roble en la naturaleza,
Lleno de filantropía natural y grandeza protectora.
Lamentablemente, tu propósito original
Ha llegado su fin, ha sido interrumpido.
Aquellos a quienes tanto amabas, cuidabas y sombra dabas,
Aquellos a quienes del calor abrazador tú refugiabas,
A quienes vida dabas y quienes de ti pinturas majestuosas respiraban.
Aquellos mismos, quienes disfrutaban el oxígeno que,
En complicidad con el sol y la tierra producías,
Son los mismos que, aunque te necesitan,
Prescindirán de ti, por algo tan básico como el dinero.
Por tanto, amigo mío…
Despídome de ti, con un caluroso abrazo llenito de nostalgia.
Será la última vez que te vea, que te hable, que te disfrute.
Pronto serás descuartizado brutalmente por el filo del desprecio,
Acompañado de cuchillas inconscientes, motosierras y machetes,
Que penetrarán tu alma, tus entrañas, y tu ser, comenzando por tu cuerpo.
Dolerá bastante, lo sé, y sufro por ello, y contigo lloro;
Conmuévense mis entrañas al saber,
Que impotente soy para impedir
Tal acto de máxima crueldad.
Pero, te aseguro, amigo mío,
Que nada es eterno, ni siquiera el dolor mismo.
Sangrarás como lo han hecho también tus familiares y amigos,
Pero el dolor pasará en algún momento,
Y cuando veas la luz al final del túnel,
Sigue adelante, pues el paraíso y la alegría esperan por ti.
No estarás solito, pues allí encontrarás
A tus familiares y amigos,
Aquellos frutos, plantas, troncos y hojas
De todos los colores y sabores que en este mundo acompañaste.
No podré estar aquí, porque el dolor de la tortura
Oprime y mi corazón destroza.
No obstante, te prometo, amigo mío
Que tu muerte no será en vano, y algún día
Lograremos que pare la matanza, y cese el fuego,
O de lo contrario, moriremos al matarte,
Y pagaremos las consecuencias por maltratarte.
Sin más, tu querido amigo… “el Lector”.
Sí, aquel Lector, quien leía junto a ti
Maravillosos poemas que, irónicamente,
Estaban escritos sobre los cadáveres
Y las tumbas recicladas convertidas en papel,
De aquellos familiares y amigos, que disfrutaste tú alguna vez.